La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, sigue repitiendo su mensaje de que los repuntes inflacionistas son transitorios, aunque lo cierto es que cada vez que comparece ante los medios, retrasa la fecha en la que espera la vuelta a niveles del 2%, y por otro lado, reconoce que no esperaba que se alcanzasen cotas tan elevadas como las que estamos registrando.
En mi opinión, fue tal la obsesión de salir de la profunda recesión que provocó el COVID en 2020, que nadie se paró a pensar en las consecuencias que tendrían las medidas de estímulo sin precedentes que se implementaron. La más obvia es, precisamente, la inflación desatada que vivimos hoy en día. Se trata de una inflación que no hemos experimentado desde hace décadas, porque su origen está en la oferta y no de la demanda. Y contra esa inflación los Bancos Centrales no pueden hacer nada, salvo empeorar las cosas claro está. Las inyecciones masivas de estímulos monetarios y fiscales han permitido recuperar la demanda a una velocidad de vértigo, pero la destrucción del tejido productivo, la falta de inversión en la logística de distribución portuaria, el movimiento antiglobalización que ha despertado la pandemia ante la carencia de bienes de primera necesidad y los problemas de suministro, o cuellos de botella que se han formado a nivel global, han afectado como nunca a la oferta disponible.
Lo cierto es que los ciudadanos somos plenamente conscientes de que los datos oficiales de inflación no reflejan los costes reales a los que tenemos que hacer frente en nuestro día a día. Vamos, que el dato de inflación oficial es muy inferior a la inflación real que soportamos todos. La primera pregunta que uno debería hacerse es la siguiente: ¿Qué está pasando por la cabeza del BCE para que en Europa tengamos una inflación del 4,1% y las tasas de interés sigan al 0% (y la facilidad de depósito al -0.50%)? A finales de 2007 la inflación también alcanzó cotas en torno al 4% pero los tipos de interés estaban al 4.25%. Hace dos décadas con una inflación del 3.1% los tipos estaban al 4.75%.
Por más que intento encontrar sentido al hecho de que los tipos de interés reales en este momento estén en el -4.5%, solo puedo encontrar una explicación lógica. Hace dos décadas la deuda media de los gobiernos dentro de la zona euro respecto al tamaño de su economía era de tan solo el 55%, mientras que ahora ronda el 100%. Habría que resaltar que hablamos de cálculos medios, pero en detalle la situación es aun peor, ya que tan solo Alemania dentro de los grandes pilares del proyecto europeo tiene cierto control sobre su endeudamiento, mientras que países como Francia, Italia, España o Bélgica superan con creces un endeudamiento del 100%. Por desgracia, esa tendencia a endeudarnos también afecta de lleno al mundo empresarial y a los particulares, que viendo que las tasas de interés están en mínimos históricos acuden al reclamo como los marineros lo hacían ante el canto de las sirenas. Solo cuando se llega a entender hasta que punto nuestro modelo económico descansa en la deuda crónica, puede comprenderse el porqué de la negación del BCE ante los datos de inflación de los últimos meses. No pueden reconocer que hay un problema de inflación porque no pueden permitirse encarecer el coste del dinero, porque si suben los tipos de interés el modelo económico que hemos creado se vendría abajo.
De modo que nos encontramos en un callejón sin salida, ya que si algo ha demostrado la historia es que el dinero barato invita a endeudarse, y cuando se mantienen esas condiciones durante demasiado tiempo, esa deuda comienza a destinarse a gasto improductivo, es decir, a gasto cuyo retorno futuro no permite hacer frente a la devolución de la deuda en si misma. Debido a la inevitable caída de la productividad el crecimiento económico es cada vez más débil, tal y como ocurre en Japón desde hace décadas. Llegados a ese punto, para impedir entrar en una nueva recesión los responsables de la política fiscal y monetaria decidirán que hay que inyectar más estímulos, lo que se hará emitiendo más deuda, y eso nos condenará a seguir por este callejón sin salida. ¿Y la inflación? Tranquilos que según los Bancos Centrales es transitoria.
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